Buenos días,
Después de leer a compañeros con tanta experiencia me daba un poco de vergüenza unirme a este foro pero voy a atreverme por si alguien ha estado o conoce a alguien en mi misma situación. Me licencié en Granada en 2009 por francés lengua B e inglés lengua C. Por temas personales, nunca me he decidido a dedicarme a la traducción ya que necesitaba un salario estable para sacar adelante a mi familia. He seguido formándome en mis lenguas mientras he trabajado en empleos que nada tienen que ver en la traducción. Lo que me gustaría es poder traducir en mis ratos libres, ganar un sueldo extra (aunque sea poco) pero lo más importante hacer en mis ratos libres algo que me gusta y sentirme realizada. Mis preguntas son: es posible traducir por placer y para seguir aprendiendo? Es necesario ser autónomo y tener tu propio programa para traducir ( como Trados por ejemplo)? Me alegraría mucho leer experiencias vuestras que puedan ayudarme y darme ánimo para intentar calmar mi frustración ya que la profesión me gusta pero no me siento preparada para dejarlo todo y dedicarme a ello ya que tengo personas que dependen de mí. Un saludo.
Hola, María:
No has dicho qué tipo de cosas te gustaría traducir.
En el ámbito de la traducción, lo único que se me ocurre que pueda tener rendimiento económico partiendo de que lo haces como hobby sería traducir obras editoriales que no estén publicadas en el mercado hispano con la esperanza de que alguna editorial te compre el trabajo. Para esto no necesitarías ni Trados, ni ser autónoma. Si te compensa la inversión de tiempo, puede ser una idea. Aunque, evidentemente, es complicado saber si podrás vender tu traducción.
Al contrario que otras profesiones artísticas como los fotógrafos o los ilustradores que pueden hacerlo como hobby y si a alguien le gusta su trabajo, comprárselo; en traducción, desde el momento en que queremos ganar algo con ello, tenemos que pensar que estamos prestando un servicio que va a depender de lo que necesite el cliente (tipo de texto, fecha de entrega, etc.) y no de lo que al traductor más le guste o le plazca. Y para la gran mayoría de casos necesitarás, como mínimo, emitir factura si quieres cobrar.
Muchas gracias Elizabeth. No se me había ocurrido el tema de las obras editoriales. Si es algo que podría encajar conmigo aunque como dices es complicado. Lo que me parece una barbaridad es el sistema de autónomos que tenemos en nuestro país, hace que le dé a uno miedo embarcarse en un nuevo proyecto… Y más en el nuestro que no se sabe cuando vas a conseguir clientes y rentabilidad. Un saludo.
Bueno, yo me dí de alta en el 2003 con una cuota reducida de unos 130-180 euros de la época.
Ahora está la tarifa plana de 60 euros durante el primer año. Y luego se va incrementando hasta el siguiente. Creo que está bastante bien para lo que había antes. Sabiendo cómo están las pensiones, a ver si no quitan la reducción. Y por la parte de impuestos, IRPF no pagas si no llegas al mínimo. En ese aspecto, es igual para todos.
La clave está en tener un colchón de gastos y planificar todos los escenarios.
Muchas gracias por compartir tu experiencia conmigo. Eso me da ánimo para empezar. Espero dar el paso pronto. Al principio supongo que traduces de todo y en ambos sentidos"¿no?
Saludos
¡Hola y bienvenida, @Mariamp!
@Elizabeth ya te ha contestado perfectamente a tu pregunta, y la clave está en esto:
No obstante, solo quería matizar que traducir meramente por afición sin duda es posible porque eres libre de hacer lo quieras con tu tiempo libre. Eso a veces puede tener luego unas consecuencias que nunca se te habrían ocurrido (no digo que pasen). Por ejemplo, cuando no había cursos de localización de videojuegos y apenas existía material al respecto, yo mismo traducía videojuegos antiguos por puro disfrute y por intentar ayudar a unos cuantos usuarios de la época. No tenía ningún carácter lucrativo, y lo cierto es que aprendí muchísimo de aquella experiencia, y siempre digo que, cuando hice la prueba de Nintendo, todo eso de las variables, limitaciones de espacio, etc. lo pude resolver con cierta soltura a pesar de que apenas había visto nada al respecto en la carrera. Así que vaya, aunque tuvieron que pasar muchos años y yo no era consciente de que aquello tendría un fruto inesperado, al final el hobby se convirtió en una profesión bien remunerada.
Por otro lado, cuando empecé mi blog, Algo más que traducir, lo hice como afición también en el sentido de que simplemente quería compartir mis inquietudes con otras personas sin buscar realmente nada a cambio. Quién me iba a decir que eso más adelante me permtiría encontrar a mis mejores dos clientes, por no hablar de profesionales y amigos dentro de la profesión, lo que incluso incluye la creación de Traduversia (¡y este foro desde hace unos meses!).
Evidentemente, si buscas tener cierto sustento, la cosa cambia. Solo lo digo por hacer otra reflexión al hilo del título del tema.
Yo también empecé con esas condiciones y me ha gustado mucho cómo lo has expuesto, @Elizabeth. Sigue habiendo mucho por hacer, pero al menos así se puede ver que algo de mejora ha habido en estos años (poca, pero menos da una piedra).
No necesariamente, ya que si consigues clientes de algo en lo que estás especializado desde el principio (lo cual debería ser más fácil), pues mejor que mejor. Aunque sí que es cierto que al principio ni tú mismo tienes claro realmente qué se te da bien, y algunas agencias te envían de todo. Es por eso que, aunque te puedes especializar y abrirte camino buscando clientes de tu ámbito, a veces es el propio mercado el que te va especializando de acuerdo al trabajo que te envíen las agencias (que, por supuesto, debes estar mínimamente capacitado para hacer, ya que no es lo mismo un texto turístico que algo para la NASA).
Respecto a traducir en ambos sentidos, lo hice solo muuuuy al principio, pero siempre lo revisaba un traductor nativo (de inglés en mi caso). Ganaba poco, pero era más formativo que otra cosa.
¡Buen debate!
Pablo muchas gracias por el comentario y por compartir tus experiencias. Seguiré muy de cerca este foro tan interesante. Saludos.
Traducir por hobby puede servirte para muchas cosas. Yo, que tengo 0 estudios de inglés aparte de la ESO (sólo informática), simplemente quería traducir videojuegos que me gustaran, tras años echando la vista atrás esas traducciones, pues creo que me pasaba de “literal”, después me di cuenta de que lo mejor es meterse en la piel del personaje y que los textos sean más naturales. Es “soltura” que adquieres.
La parte literal la dejo en descripciones si ya era así.
Es como una balanza:
Muy literal es texto sin alma
Literal, bueno en ciertas cosas
Natural, para personajes realistas
Libre, te excedes inventándote cosas
que no hay en el texto original.
De eso último es famoso Little King’s Story de Wii y PC.
Pusieron todo en plan chiquito de la calzada. Hace gracia, sí. Pero no respeta nada el texto original.
Estoy de acuerdo con Pablito,
en el Romhack te pones con cosas
que normalmente no ves y son parte
de un juego y el texto.
Las fuentes de letra, el ancho de ellas,
tablas, hexadecimal según codificación,
punteros, códigos de control, etcétera
¡Hola, @Gadesx!
Me ha gustado mucho tu reflexión porque básicamente pienso algo muy parecido. Yo creo para traducir bien hay que encontrar un buen equilibrio, ya que si somos literales, el texto queda sin alma, pero si nos pasamos de libres, realmente estamos transmitiendo nuestra propia interpretación del texto original, y si nos consideramos traductores, quizás corremos el riesgo de excedernos en nuestra función. Somos creadores, sí; pero no más que el autor original, supongo.
Quizás el mundo de la transcreación y la localización de videojuegos van por otro lado, pero en mi experiencia como revisor, el principal problema radica en cuando se añade (o quita) información y eso hace que el sentido cambie.
Rescato unas palabras de Valentín García Yebra sobre qué debería ser una buena traducción, que he sacado del artículo El traductor en el laberinto de la traducción jurídica: solo ante el diccionario:
«Cuando traduje en 1970 la Metafísica de Aristóteles, llegué a establecer una norma general de traducción, que expresé así en la página XXVII del prólogo: la regla de oro para toda traducción es, a mi juicio, decir todo lo que dice el original, no decir nada que el original no diga y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua hacia la que se traduce».
Luego, más tarde, en un folleto titulado Traductores e intérpretes: el nexo entre las lenguas , publicado en Luxemburgo por las Comunidades Europeas en 2001 se convirtió en «No omitir, no añadir, no adulterar, Decirlo todo lo mejor posible. Sigo considerando plenamente válida esta norma» (García Yebra, 2006: 135)
Creo que me he salido un poco del guion aquí, y esto da para otro tema, pero bueno, mientras tanto, ahí lo dejo.